Desde el aula misma, tomada como dispositivo tecnológico para enseñar y aprender en grupo -tal como fuera diseñada por J. A. Comenio-, pasando por los pizarrones, las tizas, los mapas adornando las paredes, los cuadernos, etc., la tecnología ha estado presente en el arte y oficio de enseñar. En clave artefactual, organizativa o simbólica, las diferentes dimensiones tecnológicas (Álvarez y Méndez, 1995) siempre andamiaron el aprendizaje, aun de manera cuasi invisible, tal como ha sucedido con la naturalización del espacio áulico como tecnología transparente.
Aunque se suele asociar a las tecnologías de aprendizaje con la información y la comunicación (TIC), es necesario comprender que su aporte sólo puede medirse de forma situada, en un contexto dado y con un objetivo pedagógico detrás para que realmente devengan en un verdadero aprendizaje significativo. Aquí es que las Tecnologías del Aprendizaje y el Conocimiento (TAC) toman valor, al comprender que la tecnología no es neutral y siempre llava consigo una racionalidad o una ideología que le da sentido (Certau,1995).
Lo cual nos lleva a darle la espalda al imperativo tecnológico y a abrirnos a la llamada ingeniería heterogénea (Álvarez y Méndez, 1995, p.25) , en tanto cada tecnología que se precie como tal responde a un entramado cultural y social que le da sentido, por lo que alcanzan diferentes trayectorias en relación al tipo de organización en la cual estén insertas. El vínculo, entonces, no es unidireccional, sino multidireccional.
Una vez aclarado esto, es necesario avanzar en el cambio de era que transitamos desde fines del siglo pasado y cómo se ha modificado, a partir de allí, el aprendizaje. Partimos de sociedades modernas asentadas sobre las bases del sistema productivo industrial, que gestionaban el conocimiento de la misma forma que un bien de consumo, serializado y, por ende, estandarizado. Tomando a sus productores como elementos de una cadena de montaje fordista en la cual cada parte era autónoma y autosuficiente. Docentes como obreros, directivos como jefes de sector, gerentes como organizadores de la “industria educativa”. En este marco, había una perspectiva técnico-transmisora de saberes , cuyo objetivo era la formación de mano de obra para nutrir las fábricas bajo la corriente psicológica del conductismo y en la cual las tecnologías ocupaban un rol meramente instrumental en el acto pedagógico.
El nuevo contexto social, cultural y político en el cual se busca enseñar y aprender hoy amerita atender un escenario que, lejos de las características de la escuela moderna, nos sitúa en un paisaje nuevo, con complejidades, incertidumbres, ambigüedades y problemas que no pueden abordarse de la misma manera que hace cincuenta años atrás, en pleno apogeo de las sociedades modernas. La perspectiva de aprendizaje basada en el socio-constructivismo se adecúa al aprendizaje situado que amerita la nueva era ya que este último da cuenta de la especificidad histórica y cultural en la forma de entender el mundo que depende de la época y el lugar donde habitemos (Casablancas, 2008).
De ahí la importancia que tienen las TAC, ya no para aprender sobre tecnologías sino para hacerlo a través de ellas, en un nuevo contexto que bien se ha definido como sociedad del conocimiento o economía de la información (Castells, 1996).
Para hacerlo, contamos con nuevos medios de transmisión del aprendizaje, esto es con nuevas tecnologías artefactuales y, por ende, nuevas prácticas y técnicas organizativas que se derivan de ellas en forma de pedagogías y recursos didácticos varios.
Pero ¿qué pasó con el salto de la modernidad a la posmodernidad?
MEDIACIONES | REMEDIACIONES |
Modernidad pesada (Bauman, 1999) | Modernidad líquida (Bauman, 1999) o posmodernidad |
Sociedad industrial | Sociedad posindustrial/ de la información |
Formatos analógicos (tecnologías tradicionales) | Formatos digitales |
Herramientas cognitivas con un lenguaje propio | Herramientas cognitivas con convergencia de lenguajes |
Con anclaje en la modernidad, la teoría de las mediaciones (Barbero, 1987) ofreció los marcos teóricos para analizar el impacto de la cultura de masas en nuestras sociedades. Hoy, esas mediaciones han mutado en remediaciones (Bolter y Grusin, 1999). El concepto, inspirado en Marshal McLuhan, da cuenta de la contaminación entre viejos y nuevos medios y se expresa en la conjunción de dos características propias de todo medio: su inmediatez y su hipermediación.
En materia educativa, la representación de un medio dentro de otro medio se refleja en nuevos formatos digitales que se remedian y hacen que converjan diferentes lenguajes en un único soporte. Y en esa convergencia los medios se nutren tanto de la transparencia de la que gozan muchas tecnologías, así como también de su opacidad. Tales características se advierten en los recursos didácticos digitales, en los repositorios colaborativos de información, en los campus virtuales y los escenarios de Blended learning, que fomentan nuevas formas de creación y gestión del conocimiento; así como también en los nuevos caminos para planificar el aprendizaje y los entornos experienciales para acceder al conocimiento.