En el marco de la «Agenda para el Desarrollo Sostenible 2030», la educación ocupa un lugar estratégico. Esto se advierte en la «Agenda Educación 2030» que amplía las metas del ODS 4. El mismo apunta a: garantizar una educación inclusiva, equitativa y de calidad y promover oportunidades de aprendizaje durante toda la vida para todos.
Las metas del Objetivo de Desarrollo Sostenible 4:
4.1 De aquí a 2030, asegurar que todas las niñas y todos los niños terminen la enseñanza primaria y secundaria, que ha de ser gratuita, equitativa y de calidad y producir resultados de aprendizaje pertinentes y efectivos
4.2 De aquí a 2030, asegurar que todas las niñas y todos los niños tengan acceso a servicios de atención y desarrollo en la primera infancia y educación preescolar de calidad, a fin de que estén preparados para la enseñanza primaria
4.3 De aquí a 2030, asegurar el acceso igualitario de todos los hombres y las mujeres a una formación técnica, profesional y superior de calidad, incluida la enseñanza universitaria
4.4 De aquí a 2030, aumentar considerablemente el número de jóvenes y adultos que tienen las competencias necesarias, en particular técnicas y profesionales, para acceder al empleo, el trabajo decente y el emprendimiento
4.5 De aquí a 2030, eliminar las disparidades de género en la educación y asegurar el acceso igualitario a todos los niveles de la enseñanza y la formación profesional para las personas vulnerables, incluidas las personas con discapacidad, los pueblos indígenas y los niños en situaciones de vulnerabilidad
4.6 De aquí a 2030, asegurar que todos los jóvenes y una proporción considerable de los adultos, tanto hombres como mujeres, estén alfabetizados y tengan nociones elementales de aritmética
4.7 De aquí a 2030, asegurar que todos los alumnos adquieran los conocimientos teóricos y prácticos necesarios para promover el desarrollo sostenible, entre otras cosas mediante la educación para el desarrollo sostenible y los estilos de vida sostenibles, los derechos humanos, la igualdad de género, la promoción de una cultura de paz y no violencia, la ciudadanía mundial y la valoración de la diversidad cultural y la contribución de la cultura al desarrollo sostenible
4.a Construir y adecuar instalaciones educativas que tengan en cuenta las necesidades de los niños y las personas con discapacidad y las diferencias de género, y que ofrezcan entornos de aprendizaje seguros, no violentos, inclusivos y eficaces para todos
4.b De aquí a 2020, aumentar considerablemente a nivel mundial el número de becas disponibles para los países en desarrollo, en particular los países menos adelantados, los pequeños Estados insulares en desarrollo y los países africanos, a fin de que sus estudiantes puedan matricularse en programas de enseñanza superior, incluidos programas de formación profesional y programas técnicos, científicos, de ingeniería y de tecnología de la información y las comunicaciones, de países desarrollados y otros países en desarrollo
4.c De aquí a 2030, aumentar considerablemente la oferta de docentes calificados, incluso mediante la cooperación internacional para la formación de docentes en los países en desarrollo, especialmente los países menos adelantados y los pequeños Estados insulares en desarrollo
Intervención/ revisión de algunos de estos artículos
Versa sobre la necesidad de asegurar la conclusión de los estudios de la Escuela media y que esta sea accesible, equitativa y de calidad, me concentraría en el extracto en el que plantea la demanda de “producir resultados de aprendizaje pertinentes y efectivos”.
Parafraseando a Serres (2013), suena lógico en el contexto actual considerar la “presunción de competencia” de los alumnos para comenzar a abordar el currículo emergente. Sin eliminar las currículas disciplinares de contenido, es acertado abrirse a las necesidades actuales de los alumnos, que deben tener un buen manejo de las “habilidades digitales” para poder formarse de manera efectiva en la llamada sociedad de la información. Entonces, estos “aprendizajes pertinentes” dan debida cuenta de la necesidad de infundirles no sólo “competencias básicas de lectura, escritura y cálculo” , como señala el Marco de Acción Agenda 2030 (p36) sino también “habilidades necesarias para resolver problemas de gestión de información y comunicación en el ambiente digital” tales como “buscar, discriminar, sintetizar, analizar y representar información”, así como brindar mecanismos para utilizar las herramientas digitales para compartir y colaborar con otros (Jara, 2016, p.100). Que el saber esté allí objetivado (Serres, 2013), no significa que todos contemos con las mismas herramientas cognitivas para acceder al mismo. Por lo que, desde una perspectiva de derechos, al mismo nivel que la brecha de acceso es necesario replantear en este punto cómo romper con la brecha cognitiva.
Da cuenta de la necesidad de «aumentar considerablemente el número de jóvenes y adultos que tienen las competencias necesarias, en particular técnicas y profesionales, para acceder al empleo, el trabajo decente y el emprendimiento».
En directa consonancia con lo anterior. Para lograr una transición laboral plena, la Enseñanza y formación técnica y profesional (EFTP) debe considerarse un aprendizaje situado, en base a las necesidades y posibilidades de cada uno de los alumnos y partiendo desde las experiencias propias.
El mercado laboral ha cambiado porque la forma de producción lo ha hecho previamente. La mano de obra, que antaño había sido reemplazada por diversas fuentes de energía, hoy es extendida por medio de las TIC, en el marco de una nueva economía de la información con tecnologías que se producen para fabricar conocimiento que, a la vez, nos permite elaborar más tecnologías que generan más conocimiento, en un circulo virtuoso ya descrito por Castells (2013) que da cuenta de un sistema con leyes de funcionamiento distintas.
No debemos preparar a los alumnos para la fábrica, para la industria moderna, con tiempos lineales y monocrónicos y conocimientos específicos, sino a personas que habitan un tiempo posmoderno con tiempos más flexibles, policrónicos, multitasting y ubicuos, donde el conocimiento es situado y el aprendizaje es “para emplear ahora mismo” y, a la vez, algo que se extiende en el tiempo de la mano de los nuevos desafíos que impone esta nueva revolución mental, este juego (Baricco, 2018) que rompe estructuras, plantea nuevas lógicas de sentido, nuevas coordenadas, sin intermediaciones y con un inédito cooperativismo en la creación de bienes simbólicos y construcción de saberes.
Advierte sobre el imperativo de «aumentar considerablemente la oferta de docentes calificados».
Parece vital abordar las competencias docentes. Los que formamos también necesitamos que nos formen, actualizarnos. Para refrendar la idea de que los educadores son una pieza clave para el éxito del ODS 4, según lo establece el Marco de Acción Agenda 2030 (p54), suena necesario volcarse de lleno a una mejora en su formación. La pandemia ha dejado en evidencia la escasez de formación en materia de tecnología educativa, pero no sólo por la falta de uso de herramientas o tecnologías artefactuales sino también en materia de “tecnologías organizativas y simbólicas” (Álvarez- Mendez, 1995). La forma de organizar las aulas y los currículos y, a partir de ahí sí, el desarrollo de recursos pedagógicos y didácticos por medio de tecnologías que contemplen las nuevas maneras de aprender.
El desafío es enorme porque para poder avanzar en ese sentido los docentes deben formarse en estas nuevas habilidades digitales y, al momento de ejercer, no descuidar las competencias tradicionales de sus alumnos, sin las cuales tampoco podrán avanzar en la internalización de las que demanda el siglo XXI.
Ustedes, ¿Qué estrategias aportarían?